
Hace poco más de siete años, una mujer llegó a mi consultorio con la mirada vacía y el alma hecha pedazos. No era solo una relación tóxica lo que la traía a terapia, era una historia de heridas tan profundas que parecían traspasar su propia vida. A medida que avanzábamos en el proceso, quedó en evidencia que sus inseguridades no habían nacido en su relación actual, ni siquiera en su propia infancia. Eran memorias heredadas, cicatrices invisibles que habían pasado de generación en generación, tatuadas en su identidad sin que ella lo supiera.
El genograma reveló un patrón inquietante: su abuelo, su padre y ahora su pareja parecían seguir el mismo libreto. Pero ¿qué pasaba realmente? ¿Era una coincidencia trágica o había algo más profundo operando en su vida? ¿Podría alguien estar atrapado en una historia que no escribió, repitiendo errores que no eligió cometer?
La desconfianza no era solo una sospecha pasajera; era una sombra permanente. ¿Por qué no podía creer en las palabras de su pareja? ¿Por qué, a pesar de las pruebas, su mente seguía construyendo escenarios de traición? ¿Cuántas personas, sin darse cuenta, están luchando contra un enemigo invisible dentro de su propio corazón?
Vivimos en una sociedad que consume el amor con la misma rapidez con la que desecha aquello que deja de servir. Las conexiones son fugaces, las promesas efímeras, la fidelidad una idea anticuada. Pero ¿es esto lo que el ser humano realmente anhela? ¿Estamos diseñados para vivir relaciones desechables? ¿O es que, en lo más profundo, el alma sigue clamando por un amor sólido y eterno?
Es fácil pensar que los problemas en una relación son causados por la falta de amor o compatibilidad. Pero, ¿y si el verdadero problema es más profundo? ¿Y si la lucha interna de cada persona es la que impide que el amor florezca? ¿Cuántas relaciones se destruyen no porque falte amor, sino porque hay demasiadas heridas sin sanar?
Pero entonces surge la pregunta inevitable: ¿Se puede romper el ciclo? ¿Es posible sanar cuando las raíces mismas del amor han sido contaminadas? ¿O estamos destinados a arrastrar las sombras de nuestro pasado a cada nueva relación?
Lo que descubrimos en el proceso terapéutico fue revelador, pero también inquietante. La raíz del problema no estaba en su pareja actual, ni siquiera en su historia personal. El verdadero conflicto se encontraba en la estructura misma de su manera de percibir el amor y el compromiso.
Muchas parejas creen que el matrimonio es el destino final de su historia de amor, pero pocos se dan cuenta de que es apenas el comienzo del viaje más difícil y transformador de sus vidas. ¿Cómo construir algo duradero cuando los cimientos están agrietados? ¿Cómo confiar cuando todo lo que aprendiste sobre el amor está distorsionado? ¿Cómo entregarse plenamente si el miedo a la pérdida sigue gobernando cada interacción?
Enfrentar la verdad sobre nosotros mismos no es fácil. A veces, es más cómodo culpar a la otra persona, asumir que la relación falló porque "no era la correcta" o porque "el amor se acabó". Pero la realidad es que el amor no es un sentimiento que aparece y desaparece como la marea. El amor es una decisión, una construcción, un pacto. Y como toda construcción, si las bases no son firmes, el colapso es solo cuestión de tiempo.
Y entonces aparece la interrogante más incómoda de todas: ¿Cómo se puede construir algo nuevo si la base misma está fracturada?
Es aquí donde muchas parejas se encuentran hoy: queriendo avanzar sin darse cuenta de que el peso de lo no resuelto los sigue arrastrando. ¿Cómo puede una relación florecer si está cimentada en el miedo? ¿Cómo se puede entregar amor libremente cuando el pasado sigue encadenando las emociones?
No se trata solo de aprender técnicas para "mejorar la relación". No basta con decir "voy a confiar más" o "voy a cambiar". La verdadera transformación no ocurre en la superficie, sino en la raíz de todo lo que creemos sobre el amor, sobre el compromiso, sobre la confianza.
El matrimonio no es una fórmula mágica que disuelve las heridas del pasado ni una burbuja de felicidad inquebrantable. Es un campo de batalla donde los miedos se enfrentan a la verdad, donde el ego debe ceder a la humildad y donde la gracia debe vencer al orgullo. Pero, ¿estamos dispuestos a pelear por algo más grande que nosotros mismos? ¿Estamos dispuestos a reconstruirnos para poder edificar una relación que honre nuestro propósito y el propósito de Dios en nuestras vidas?
Para eso nace Matrimonio 3.0, no como una solución rápida, sino como un espacio para hacer preguntas incómodas, para desmontar patrones, para reconstruir desde la verdad. Porque la gran pregunta sigue en el aire:
¿Estás listo para enfrentarlo?
Danilo Carrillo

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